18. BESTIALISMO

INTRODUCCIÓN

La ley contra el bestialismo aparece en cuatro pasajes diferentes, tres en el cuerpo de la ley, y una en las maldiciones de la ley:
Cualquiera que cohabitare con bestia, morirá (Éx 22: 19).
Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión. En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores.
Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros (porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada); no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros.
Porque cualquiera que hiciere alguna de todas estas abominaciones, las personas que las hicieren serán cortadas de entre su pueblo. Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios (Lv 18: 23-30).
Cualquiera que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto, y mataréis a la bestia. Y si una mujer se llegare a algún animal para ayuntarse con él, a la mujer y al animal matarás; morirán indefectiblemente; su sangre será sobre ellos (Lv 20: 15, 16).
Maldito el que se ayuntare con cualquier bestia. Y dirá todo el pueblo: Amén (Dt 27: 21).
Esta transgresión se castiga con la pena de muerte del hombre y la bestia; si no se aplica la pena de muerte, la tierra queda contaminada, y la tierra vomitará a los degenerados.
El comentario de Ginsburg sobre Levítico 18:25, «la tierra vomitó a sus moradores», vuelve a indicar de manera capaz este aspecto fundamental de la ley bíblica:
Desde la creación la tierra participó en el castigo de la culpa del hombre (Gen 3: 17), y en la restitución de todas las cosas ella debe participar en su restauración (Ro 8: 19-22). La condición física de la tierra, por consiguiente, depende de la conducta moral del hombre. Cuando él desobedece los mandamientos de Dios ella queda asolada y no rinde su fruto (Dt 11: 17). «La tierra se contamina » cuando él se contamina. Cuando él anda en el camino de los mandatos divinos la tierra es bendecida (Lv 25: 19; 26:4); «Dios es misericordioso con su tierra y para su pueblo» (Dt 32: 43).
De aquí que, «la tierra lamenta» cuando sus habitantes pecan (Is 24: 4, 5), y «la tierra se alegra» cuando Dios venga la causa de su pueblo (Sal 96: 11-13). Se debe a esta conexión íntima entre ellos y la tierra, que aquí se la personifica, que se presenta aborreciendo la conducta perversa de sus hijos e incapaz de restringirlos. Ellos le dan náuseas. La misma figura se usa en el versículo 28; cap. 20: 22; y en Ap 3: 16.
El bestialismo era una práctica común en la antigüedad; es más, era una práctica religiosa. Las religiones paganas, con su creencia en una evolución del caos, miraban hacia abajo al caos en busca de vigor, poder y vitalidad religiosos, y no hacia arriba. Se creía que la fuerza estaba abajo, en contacto con la «tierra», con el pasado primitivo del hombre.
Como resultado, una renovación religiosa requería actos de bestialismo, y en Egipto, Canaán y muchos otros países, tales actos eran exigencias nacionales para el bienestar social del pueblo, y actos personales de personas que buscaban revitalizar sus vidas.
Si Dios es Dios, entonces el hombre mira hacia arriba a Dios en busca de regeneración, guía y fuerza, y el hombre conforma su vida a la palabra-ley de Dios. Si el caos es lo supremo y la fuente de todas las cosas antes que Dios, el hombre debe mirar hacia abajo a actos de caos para su regeneración. Esto es exactamente lo que el hombre ha hecho.
El bestialismo ha sido un aspecto importante del paganismo desarrollado. Aparece con mayor frecuencia en culturas paganas muy desarrolladas que en las sencillas y atrasadas; es un aspecto prominente de la vida sexual en las culturas paganas «avanzadas».
El bestialismo tiene una historia de asociación también con los movimientos y personas revolucionarias. La tesis de la revolución es paraíso mediante el caos, precisamente la tesis del bestialismo. Dos miembros de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, que en 1960 huyeron a la Unión Soviética, la investigación informó que eran homosexuales que también «tenían inclinación a entregarse a actos sexuales típicos con animales».

LA REVOLUCIÓN SEXUAL PRESENTE ESTÁ EXPERIMENTANDO EXTENSAMENTE CON EL BESTIALISMO.

El Dr. Ullerstam ha suplicado la abolición de «este yugo moral», la prohibición contra el bestialismo, y vindica el acto.
La Biblia llama al acto «perversión». Este elemento de perversidad siempre ha sido básico al acto, y al aspecto religioso del acto. La perversidad radical del Marqués de Sade es bien conocida; su catálogo desquiciado de actos de bestialismo, junto con el sadismo, con una larga variedad de animales se anota en una obra principal. Al justificar el comer heces como placer erótico, Sade declaró que es «la misma inmundicia» de cualquier acto lo que le agrada.
Kenneth Burke hace algunos años analizó la «conversiones seculares». Mientras hablaba específicamente de Freud, lo que le interesaba era todo pensamiento similar, que describió como «conversiones descendentes». Sin aceptar el marco de trabajo del término de Burke, podemos usar esta apta descripción para describir el concepto moderno de la regeneración.
Sea en literatura, arte, política o religión, se busca la vitalidad en el primitivismo, en una búsqueda descendente, y se da por sentado que la vitalidad abunda al grado en que se viola la ley. Un curalotodo muy popular para la impotencia masculina es precisamente esta búsqueda descendente, empezando con la homosexualidad, como un medio de revitalizar una potencia sexual moribunda.
La «conversión descendente» también explica el placer de Sade en «la misma inmundicia» de cualquier acto; cualquier perversión es un envilecimiento, y mientras más violento su alejamiento de la norma, y más deliberado su ataque contra el orden-ley de Dios, mayor es la «perversión» y el deleite. Debido a que Sade, como ejemplo clásico de una conversión descendente, estaba en una hostilidad tan amarga contra Dios, mientras más pronunciada la violación de la ley en cualquier acto, mayor placer para él. Thornton indicó:
Hay todavía otros casos conocidos de masoquismo; casos, por ejemplo, en los cuales los individuos afectados pueden ser llevados por un deseo a la degradación máxima de sí mismos a prácticas como la urolagnia y la coprolagnia. Por estos términos entendemos, respectivamente, el beber orina y probar o comer heces fecales. Mientras más puede degradarse a sí mismo, más bajo el nivel al que puede reducir su humanidad, más feliz es el verdadero masoquista.
El propósito de tal actividad es degradar la imagen de Dios en el hombre, demostrar que el hombre no es más que un animal.
El deseo de reducir al hombre a un animal es parte de la fe evolucionista. Se han escrito libros populares con ese fin, y uno de los más populares es el éxito de librería de Desmond Morris, El mono desnudo, selección del Club del Libro del Mes de febrero de 1968. Poco después de que la revolución bolchevique estableció la Unión Soviética, se envió a África una expedición científica, subsidiada por millones de rublos, para tratar de cruzar hombres y simios.
El profesor Ilya Ivanovich Ivanoff y su expedición esperaban procrear una nueva raza, de hombres simios, a fin de confirmar la fe de la sociedad anti-Dios de la Rusia soviética. Esta expedición de 1925 fracasó, por supuesto, y la prensa soviética un año después informó la supuesta pérdida en el Mar Negro del vapor que traía de regreso a Ivanoff y sus simias; barco del que se dijo que se «perdió con todas las manos» y simios; la cuestión es que ningún sobreviviente quedó para reportar el fiasco.

AHORA SE BUSCAN MEDIOS MÁS SOFISTICADOS DE REDUCIR AL HOMBRE AL NIVEL ANIMAL.

Hoy día se hacen y se venden muchísimas películas pornográficas; éstas incluyen ahora actos de bestialismo. Se hace propaganda de libros que dan instrucciones sobre cómo realizar actos de bestialismo. Esta es una propagación sistemática de esta perversión, y se entrena a animales para que realicen el acto para varios grupos.
De una manera u otra, bien sea filosóficamente o mediante actos de perversión, el humanista mira hacia abajo al caos para su renovación.

Una nota final: en 1969 se hizo una película sobre el tema del bestialismo, relato del «amorío» de un agricultor con su cerdo. A los espectadores se les libró de todas las vistas usuales de las películas sexuales. La Sociedad de Prevención de Crueldad a los Animales estuvo a mano durante la filmación, se informó, para proteger al cerdo.