INTRODUCCIÓN
La ley contra el bestialismo
aparece en cuatro pasajes diferentes, tres en el cuerpo de la ley, y una en las
maldiciones de la ley:
Cualquiera que cohabitare con
bestia, morirá (Éx 22: 19).
Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento
amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para
ayuntarse con él; es perversión. En ninguna de estas cosas os amancillaréis;
pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante
de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y
la tierra vomitó sus moradores.
Guardad, pues, vosotros mis
estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el
natural ni el extranjero que mora entre vosotros (porque todas estas
abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros,
y la tierra fue contaminada); no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado,
como vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros.
Porque cualquiera que hiciere
alguna de todas estas abominaciones, las personas que las hicieren serán
cortadas de entre su pueblo. Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las
costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis
en ellas. Yo Jehová vuestro Dios (Lv 18: 23-30).
Cualquiera que tuviere cópula con
bestia, ha de ser muerto, y mataréis a la bestia. Y si una mujer se llegare a
algún animal para ayuntarse con él, a la mujer y al animal matarás; morirán
indefectiblemente; su sangre será sobre ellos (Lv 20: 15, 16).
Maldito el que se ayuntare con
cualquier bestia. Y dirá todo el pueblo: Amén (Dt 27: 21).
Esta transgresión se castiga con
la pena de muerte del hombre y la bestia; si no se aplica la pena de muerte, la
tierra queda contaminada, y la tierra vomitará a los degenerados.
El comentario de Ginsburg sobre
Levítico 18:25, «la tierra vomitó a sus moradores», vuelve a indicar de manera
capaz este aspecto fundamental de la ley bíblica:
Desde la creación la tierra
participó en el castigo de la culpa del hombre (Gen 3: 17), y en la restitución
de todas las cosas ella debe participar en su restauración (Ro 8: 19-22). La
condición física de la tierra, por consiguiente, depende de la conducta moral
del hombre. Cuando él desobedece los mandamientos de Dios ella queda asolada y
no rinde su fruto (Dt 11: 17). «La tierra se contamina » cuando él se
contamina. Cuando él anda en el camino de los mandatos divinos la tierra es
bendecida (Lv 25: 19; 26:4); «Dios es misericordioso con su tierra y para su
pueblo» (Dt 32: 43).
De aquí que, «la tierra lamenta»
cuando sus habitantes pecan (Is 24: 4, 5), y «la tierra se alegra» cuando Dios
venga la causa de su pueblo (Sal 96: 11-13). Se debe a esta conexión íntima
entre ellos y la tierra, que aquí se la personifica, que se presenta
aborreciendo la conducta perversa de sus hijos e incapaz de restringirlos.
Ellos le dan náuseas. La misma figura se usa en el versículo 28; cap. 20: 22; y
en Ap 3: 16.
El bestialismo era una práctica
común en la antigüedad; es más, era una práctica religiosa. Las religiones paganas, con su creencia en una
evolución del caos, miraban hacia abajo al caos en busca de vigor, poder y
vitalidad religiosos, y no hacia arriba. Se creía que la fuerza estaba abajo,
en contacto con la «tierra», con el pasado primitivo del hombre.
Como resultado, una renovación
religiosa requería actos de bestialismo, y en Egipto, Canaán y muchos otros
países, tales actos eran exigencias nacionales para el bienestar social del
pueblo, y actos personales de personas que buscaban revitalizar sus vidas.
Si Dios es Dios, entonces el
hombre mira hacia arriba a Dios en busca de regeneración, guía y fuerza, y el
hombre conforma su vida a la palabra-ley de Dios. Si el caos es lo supremo y la
fuente de todas las cosas antes que Dios, el hombre debe mirar hacia abajo a
actos de caos para su regeneración. Esto es exactamente lo que el hombre ha
hecho.
El bestialismo ha sido un aspecto
importante del paganismo desarrollado. Aparece con mayor frecuencia en culturas
paganas muy desarrolladas que en las sencillas y atrasadas; es un aspecto
prominente de la vida sexual en las culturas paganas «avanzadas».
El bestialismo tiene una historia
de asociación también con los movimientos y personas revolucionarias. La tesis
de la revolución es paraíso mediante el caos, precisamente la tesis del
bestialismo. Dos miembros de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados
Unidos, que en 1960 huyeron a la Unión Soviética, la investigación informó que
eran homosexuales que también «tenían inclinación a entregarse a actos sexuales
típicos con animales».
LA REVOLUCIÓN SEXUAL PRESENTE ESTÁ
EXPERIMENTANDO EXTENSAMENTE CON EL BESTIALISMO.
El Dr. Ullerstam ha suplicado la
abolición de «este yugo moral», la prohibición contra el bestialismo, y vindica
el acto.
La Biblia llama al acto
«perversión». Este elemento de perversidad siempre ha sido básico al acto, y al
aspecto religioso del acto. La perversidad radical del Marqués de Sade es bien
conocida; su catálogo desquiciado de actos de bestialismo, junto con el
sadismo, con una larga variedad de animales se anota en una obra principal. Al
justificar el comer heces como placer erótico, Sade declaró que es «la misma
inmundicia» de cualquier acto lo que le agrada.
Kenneth Burke hace algunos años
analizó la «conversiones seculares». Mientras hablaba específicamente de Freud,
lo que le interesaba era todo pensamiento similar, que describió como
«conversiones descendentes». Sin aceptar el marco de trabajo del término de
Burke, podemos usar esta apta descripción para describir el concepto moderno de
la regeneración.
Sea en literatura, arte, política
o religión, se busca la vitalidad en el primitivismo, en una búsqueda
descendente, y se da por sentado que la vitalidad abunda al grado en que se
viola la ley. Un curalotodo muy popular para la impotencia masculina es
precisamente esta búsqueda descendente, empezando con la homosexualidad, como
un medio de revitalizar una potencia sexual moribunda.
La «conversión descendente»
también explica el placer de Sade en «la misma inmundicia» de cualquier acto;
cualquier perversión es un envilecimiento, y mientras más violento su
alejamiento de la norma, y más deliberado su ataque contra el orden-ley de
Dios, mayor es la «perversión» y el deleite. Debido a que Sade, como ejemplo
clásico de una conversión descendente, estaba en una hostilidad tan amarga
contra Dios, mientras más pronunciada la violación de la ley en cualquier acto,
mayor placer para él. Thornton indicó:
Hay todavía otros casos conocidos
de masoquismo; casos, por ejemplo, en los cuales los individuos afectados
pueden ser llevados por un deseo a la degradación máxima de sí mismos a
prácticas como la urolagnia y
la coprolagnia. Por estos términos
entendemos, respectivamente, el beber orina y probar o comer heces fecales.
Mientras más puede degradarse a sí mismo, más bajo el nivel al que puede
reducir su humanidad, más feliz es el verdadero masoquista.
El propósito de tal actividad es
degradar la imagen de Dios en el hombre, demostrar que el hombre no es más que
un animal.
El deseo de reducir al hombre a
un animal es parte de la fe evolucionista. Se han escrito libros populares con
ese fin, y uno de los más populares es el éxito de librería de Desmond Morris, El mono desnudo, selección del Club
del Libro del Mes de febrero de 1968. Poco después de que la revolución
bolchevique estableció la Unión Soviética, se envió a África una expedición
científica, subsidiada por millones de rublos, para tratar de cruzar hombres y
simios.
El profesor Ilya Ivanovich Ivanoff
y su expedición esperaban procrear una nueva raza, de hombres simios, a fin de
confirmar la fe de la sociedad anti-Dios de la Rusia soviética. Esta expedición
de 1925 fracasó, por supuesto, y la prensa soviética un año después informó la
supuesta pérdida en el Mar Negro del vapor que traía de regreso a Ivanoff y sus
simias; barco del que se dijo que se «perdió con todas las manos» y simios; la
cuestión es que ningún sobreviviente quedó para reportar el fiasco.
AHORA SE BUSCAN MEDIOS MÁS
SOFISTICADOS DE REDUCIR AL HOMBRE AL NIVEL ANIMAL.
Hoy día se hacen y se venden
muchísimas películas pornográficas; éstas incluyen ahora actos de bestialismo.
Se hace propaganda de libros que dan instrucciones sobre cómo realizar actos de
bestialismo. Esta es una propagación sistemática de esta perversión, y se
entrena a animales para que realicen el acto para varios grupos.
De una manera u otra, bien sea
filosóficamente o mediante actos de perversión, el humanista mira hacia abajo
al caos para su renovación.
Una nota final: en 1969 se hizo
una película sobre el tema del bestialismo, relato del «amorío» de un
agricultor con su cerdo. A los espectadores se les libró de todas las vistas
usuales de las películas sexuales. La Sociedad de Prevención de Crueldad a los Animales
estuvo a mano durante la filmación, se informó, para proteger al cerdo.