8. EL LIVERATO

INTRODUCCIÓN

Mace observó, respecto «a la verdadera causa de la poligamia hebrea», que «no puede haber duda de que lo impulsaba el deseo de tener un heredero». Esto es cierto si nos damos cuenta de que el deseo de un heredero era más que sencillamente el amor de un hijo. La familia era básica para la sociedad y la cultura bíblica; la familia santa se debía perpetuar, y la familia impía se debía eliminar.
Al bastardo se le excluía de la iglesia y del estado, en tanto y en cuanto tiene que ver con cualquier estatus legal, hasta la décima generación (Dt 23: 2). Podía ser un hombre consagrado, pero no un ciudadano. En la ley canónica, la iglesia excluyó a los bastardos de las órdenes eclesiásticas, aunque se hicieron excepciones por dispensaciones papales.
El propósito de la poligamia hebrea, que por lo general era bigamia, para ser precisos, era la perpetuación de la familia. Todavía más, en términos de los hechos, como Mace señaló, «estamos obligados a concebir la comunidad como casi por entero monógama».
A la familia, como unidad social y religiosa básica se le prohibió mediante la ley del incesto crecer hacia adentro y alejarse de su sociedad, porque la ley no solo prohibía la consanguinidad sino consanguinidad más afinidad, es decir, la esposa del padre, la nuera, la cuñada, y otros familiares similares. Se clasificaban como incesto religiosamente aunque no incesto genéticamente, aunque puede existir alguna evidencia científica para el cambio físico en la mujer por el matrimonio.
La Biblia afirma claramente que las relaciones sexuales establecen en efecto una relación física profunda entre dos personas, así que incluso una unión sexual casual con una prostituta establece una unión, según San Pablo (1ª Co 6:16). Como resultado, la unión con suegros es incesto. La unión sexual hace de dos personas «una carne» (Gn 1: 24).
Tal vez no sean «una mente», pero sí son «una carne». (Versiones más antiguas del Libro de Oración Común llevaban la «Tabla de parentesco y afinidad», de Ussher, que tiene una lista de las relaciones maritales prohibidas).
El reconocimiento de que la unión sexual en efecto en algún sentido profundo y sin embargo no entendido establece una relación o comunica algo físicamente entre las dos partes es común en la mayoría de las culturas. Las aplicaciones supersticiosas de esta creencia abundan, como lo atestigua el tantra yoga, y las relaciones donnoi de los trovadores, cátaros, y otros grupos similares de la Edad Media.
Muy comúnmente, viejos duermen con vírgenes, sin consumación sexual, en la creencia de que esto es rejuvenecedor. La práctica se usó ampliamente en el París del siglo XVIII, y la practicó regularmente Mahatma Gandhi. Los médicos que sirvieron al rey David pueden haber sido influidos por ideas similares al hacer uso de Abisag (1 R 1:1-4); sin embargo, en este caso la consumación parece haber sido el objetivo de los médicos.
En años más recientes, un ejemplo notable de tal pensamiento fue el artista Pablo Picasso, que era dado no solo a mujeres jóvenes sino también a robarse artículos de ropa de su hijo joven con la esperanza «de que algo de la juventud de Claude entrara en su cuerpo».
Estos son absurdos manifiestos, pero atestiguan el hecho ampliamente reconocido de que la unión física en efecto comunica algo. La prohibición bíblica de matrimonio y relaciones sexuales con familiares por matrimonio se basa en este hecho.
La capacidad de la piel de absorber y ser afectada por el toque y el contacto no se aprecia de manera suficiente, excepto, en lo que tiene que ver con venenos. La vagina en particular es más absorbente como revela la insuflación sexual. Cuando un amante sopla violentamente en la vagina, el aire pasa a los vasos sanguíneos y produce muerte en la mujer por embolismo. Se ha informado de casos de insuflación rectal entre homosexuales, por lo general han resultado en muerte.
Debido a que la unión sexual hace, según las Escrituras, de los dos «una carne», el matrimonio de una viuda o viudo con parientes políticos se prohíbe como incesto, con una sola excepción.
La única excepción permitida es la ley del levirato (Dt 25: 5-10). Según esta ley, si un hombre muere sin hijos, el pariente consanguíneo más próximo tiene el deber de tomar a la viuda como esposa y criar una familia que lleve el nombre del muerto.
Esta ley era más antigua que Moisés, y se aplicó en la casa de Judá (Gn 38:8). En Rut tenemos un ejemplo posterior de la ley del levirato. El levirato era también común en otros pueblos de la antigüedad. Un libro del Talmud, Yebamot, se dedica al tema.

JOSEFO NOS DA SU REACCIÓN AL SIGNIFICADO DE LA LEY DEL LEVIRATO:

Porque este procedimiento será para beneficio del público, porque por él las familias no fallarán, y la propiedad continuará entre los parientes; y esto será para solaz de las esposas en su aflicción, que deben casarse con el pariente más próximo de sus anteriores maridos.
La protección y perpetuación de la familia es de este modo el propósito básico del levirato para Josefo. Esta es, por supuesto, la clara intención de la ley: «para que el nombre de éste no sea borrado de Israel» (Dt 25: 6). Según Lutero:
La ley de que un hombre debía tomar la esposa que dejó su hermano y levantar simiente para el hermano muerto se estableció por una razón muy buena.
Primero, como el texto lo establece, las familias no debían extinguirse sino que debían multiplicarse; esto tiene que ver con la promoción y ampliación de la comunidad.
En segundo lugar, de esta manera Dios proveía para las viudas y el sexo lastimoso, para sustentarlas y sostenerlas; para la mujer, por sí misma vaso débil y lastimoso, es incluso más así cuando es viuda, puesto que está al mismo tiempo abandonada y menospreciada.
Dios impone esta caridad, sin embargo, mediante una destacada desgracia. A tal hombre se le debe llamar descalzado y la gente debe escupirle: «¡Vergüenza para ti!» Merece el desprecio de todos. Deben escupir en la tierra y decir: «¡Te viene una “vergüenza para ti”!» porque no cultiva ni aumenta la comunidad en el cual él se halla y de cuyas leyes disfruta.
Su pie descalzo será una señal de vergüenza y causa de denuncia interminable. Merece tener desnudo del pie, es decir, sin familia y dependientes, lo que se denota por la cubierta del pie; porque mediante esta obra se desnuda él mismo de respaldar esta obligación de sustentar la familia de su hermano. Así la señal es similar a la obra en que peca.
Los comentarios de Calvino también son interesantes, especialmente puesto que él ve la negación del levirato como robo al muerto:
Esta ley tiene algunas similitudes con la que permite que una persona desposada vuelva a su esposa, a quien todavía no ha tomado; puesto que el objetivo de ambas es preservar para todo hombre lo que posee, de modo que no se vea obligado a dejarlo a extraños, sino que pueda engendrar hijos de su propio cuerpo; porque, cuando un hijo sucede al padre, a quien representa, parece ser más difícil que se haga algún cambio.
De aquí, también, que es manifiesto cuán grandemente agradable a Dios es que nadie sea privado de su propiedad, puesto que Él hace provisión incluso para los que mueren, que lo que no se puede entregar a otros sin dolor y fastidio, se debe preservar para su descendencia. A menos, por consiguiente, que este pariente obvie la falta de hijos del muerto, está inhumanidad se considera como un tipo de robo.
Porque, puesto que estar sin hijos era una maldición de Dios, era un consuelo en esta condición esperar una descendencia prestada, para que el nombre no se extinguiera por completo.
Calvino dudaba de que el término «hermano» aquí significara literalmente eso, puesto que contradice, al parecer, las leyes contra el incesto. Sin embargo, la ley obviamente quería decir «hermano» o cualquier pariente por consanguinidad si no existía hermano; el caso de los hijos de Judá confirma esto (Gn 38: 8), como también el caso de texto citado por los saduceos respecto a siete hermanos sin hijos (Mt 22: 23-33), en el cual la legitimidad de los matrimonios levirato con una sola mujer la aceptan todos.
En cualquier caso, ni Lutero ni Calvino trataron el levirato como reliquia legal obsoleta. Ha existido por siglos. El levirato se practicaba en Escocia de manera muy común hasta el siglo undécimo. Todavía existe entre los abisinios cristianos, con el factor adicional de que, si un hombre queda castrado en la guerra, y es por consiguiente incapaz de engendrar hijos, el levirato se aplica.
Hay evidencia de su práctica en Europa, y las familias judías acomodadas de Nueva York mantuvieron su práctica por lo menos hasta tiempo muy reciente. Birmingham informa que «los Seligman también seguían la práctica judía de ofrecer las viudas de la familia al próximo hijo soltero».

PARA ENTENDER EL SIGNIFICADO DEL LEVIRATO, ES IMPORTANTE EXAMINAR DE NUEVO LA DOCTRINA BÍBLICA DEL MATRIMONIO, Y PONERLA EN UNA PERSPECTIVA QUE ARROJE LUZ SOBRE EL LEVIRATO.

Primero, el matrimonio es básico para el reino de Dios, para el propósito creativo de Dios para el hombre y la tierra. La tierra debe ser sometida al dominio de Dios por el hombre, quien debe subyugar la tierra y gobernarla bajo Dios. El servicio de matrimonio judío, remontándose por lo menos hasta el primer siglo a.C., tiene siete bendiciones que cubren la historia de Israel, recordando la creación de Dios y su mandato, la esperanza mesiánica de Israel, y la meta del orden santo. La cuarta y séptima de estas bendiciones dicen:
Bendito seas, oh Señor nuestro Dios, Rey del universo, que has hecho al hombre a tu imagen, a tu semejanza, y le has preparado para él, de su mismo ser, una tela perpetua. Bendito seas tú, oh Señor, Creador del hombre.
Bendito seas, oh Señor nuestro Dios, Rey del universo, que has creado gozo y alegría, novio y novia, mirra y exultación, placer y deleite, amor, hermandad, paz y comunión. Que pronto se oiga en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalén, la voz de gozo y alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa, la voz jubilosa de los caballeros de honor del novio desde sus toldos, y de la juventud en sus fiestas de canto. Bendito seas tú, oh Señor, que haces que el esposo se regocije en la esposa.
Tanto antes como después de la caída, el matrimonio sigue siendo básico al reino de Dios.
Segundo, debido a que la familia es la institución básica de Dios, la propiedad está estrechamente ligada a la familia. La ketubáh, remontándose hasta el primer siglo a.C., se refiere de manera muy específica al arreglo matrimonial en los votos matrimoniales, que se anotaban: «Se tú mi esposa según la ley mosaica y de Israel.
Trabajaré para ti; te honraré; te sostendré y mantendré, según las costumbres de los esposos judíos que trabajan por sus esposas, y las honran, sostienen y mantienen en verdad». Después de especificar la cantidad de la dote como primer reclamo de ella sobre la propiedad de él, el novio entonces prometía: «Toda mi propiedad, incluso el manto sobre mis hombros, será hipotecado como garantía de este contrato y esa suma». Este documento era necesario antes de que se pudiera consumar el matrimonio:
Los sabios, en consecuencia, prohibían las relaciones maritales mientras la ketubáh no se hubiera completado. Todavía más, declaraban que estaba prohibido que el esposo y la esposa vivieran juntos por un solo momento sin una ketubáh; y en donde esta se perdía, tenían que abstenerse de relaciones sexuales hasta que se hubiera redactado otra ketubáh.
Estas regulaciones estaban en plena conformidad con la ley bíblica. El hombre es pecador, y en todos los puntos necesita la restricción de la ley. Si un hombre está listo para estar bajo la ley en relación a los demás hombres, debe estar especialmente listo para poner su relación con su esposa bajo la ley. Tal relación legal ya existe en el contrato matrimonial.
El amor no basta para establecer un matrimonio; se requiere de un contrato de parte de todos los interesados como prueba de amor. Puesto que el hombre, como pecador, a menudo se inclina a aprovecharse de los que más confían en él, poner tal relación personal bajo la ley es evidencia de amor y buena fe, y no de desconfianza. Es un reconocimiento de la realidad.
Las leyes modernas de bancarrota, a pesar de sus abusos, reflejan no solo la liberación sabática de las deudas, sino la preservación para la esposa y la familia de la vivienda protegiéndola de los reclamos de los acreedores. En la ley bíblica, la esposa es la primera acreedora.
Tercero, como hemos visto, a los delincuentes juveniles incorregibles se les debía ejecutar (Dt 21: 18-21), y también a todos los criminales habituales. Así se eliminaba de la comunidad a tales personas. Cuando y si se observaba esta ley, a las familias impías entregadas a la iniquidad se les negaba un lugar en la nación. La ley así claramente funciona para eliminar a todas excepto a las familias santas.
Cuarto, como hemos notado, a los bastardos no se les podía reconocer como legítimos, ni a la descendencia de un matrimonio dentro de grados de afinidad se le podía reconocer como heredera. Debido a que la ley en ningún momento recompensa el pecado, la ley judía del divorcio aplicó esto de manera consistente y lógica:
Tal vez el rasgo más característico de la ley judía del divorcio es su prohibición absoluta de que el adúltero se case con la adúltera. Incluso en casos en donde se había entrado en tal matrimonio mediante la supresión de los hechos verdaderos, debía disolverse.
La ciudadanía estaba restringida a las familias piadosas, y la sociedad debía ser gobernada por hombres de familias piadosas.
La Biblia provee una excepción a la ley judía que prohíbe el matrimonio entre parejas adúlteras, pero en esa excepción, Dios mismo castigó a la pareja incluso al permitir y bendecir la unión. Este es el caso de David y Betsabé (2ª S 11: 12), de quienes nació Salomón (Mt 1: 6) y también Natán (Lc 3: 3), ambos antepasados de Jesucristo.
Quinto, esto arroja luz, por consiguiente, sobre el levirato. El propósito de la ley es suprimir, controlar, o eliminar a los impíos, y, al mismo tiempo, establecer, mantener y promover a las familias piadosas. Concibe una sociedad en la cual la herencia es para el santo, y cada generación santa trasmite a la siguiente una herencia de propiedad digna. La formación y perpetuación de familia santa es así básico para la ley. Josefo cita tres propósitos para el levirato: 1) la continuación de una familia piadosa, 2) la preservación de la propiedad, y 3) el bienestar de las viudas.
Estas tres cosas están claramente a la vista. A la viuda se le da seguridad adicional de un hijo posible como su heredero y sostenimiento en la vejez. El levirato es todavía una mejor respuesta a los problemas que enfoca que cualquier otra cosa que el hombre haya podido concebir. Por lo general está en desuso hoy porque las leyes humanistas son esencialmente hostiles a la familia y su bienestar. Cuando la familia sea restaurada de nuevo a su lugar bíblico, el levirato calladamente tomará su lugar en ese marco de trabajo de la ley.

Sexto, la adopción es un hecho relacionado, y su lugar en la ley es en términos del levirato, como alternativa. El uso bíblico de la palabra adopción es teológico, teniendo referencia a nuestra adopción en Cristo como hijos de Dios. El uso bíblico reflejaba un hecho de la vida de familia. La adopción en la antigüedad normalmente difería de la práctica moderna, en que por lo general se adoptaba formalmente a hombres maduros como herederos, hombres cuya fe y carácter los recomendaban. Abraham había adoptado al maduro y digno de confianza Eliezer de Damasco como su heredero y mayordomo (Gn 15: 2.3). Así, debido a que la fe y el carácter eran básicos para la condición de herederos, se requería madurez a fin de proveer evidencia de estos hechos.